jueves, agosto 29, 2019

Una catedral de vidrio Y cartón piedra/Carmen Pinedo H.©

Una catedral de vidrio Y cartón piedra/Carmen Pinedo H.©



¿Qué haría el bueno de Quasimodo sin Nôtre-Dame? ¿Cómo podría confundirse con sus gárgolas, tañer las campanas y trepar por las torres de la catedral, si no hubiese catedral que le acogiese? Pero la hay: tanto en la realidad como en la obra de Victor Hugo y en las distintas películas que han relatado la historia de Quasimodo y la bella Esmeralda.En 1905, Alice Guy Blaché dirigió Esmeralda, basada en Nuestra Señora de París, de Hugo. Wallace Worsley rodó en 1923 El jorobado de Nôtre Dame (The Hunchback of Notre Dame), protagonizado por Lon Chaney. La dirección artística corrió a cargo de Sydney Ullman y Elmer Sheeley. Para recrear en los estudios de la Universal la catedral de París se aplicó la técnica de la pintura sobre vidrio, ideada por Norman Dawn, antiguo colaborador de Georges Mélies. Esta pintura completaba la parte baja de la fachada, que era tridimensional.Poco a poco, nos contaba Juan Antonio Ramírez en su libro sobre la arquitectura en el cine, se fueron apiñando más edificios en torno a la catedral, de modo que a principios de los años treinta ya había tomado forma la ciudad europea medieval de la Universal. En ella se rodaron películas como Drácula (Tod Browning, 1931) Frankenstein (James Whale, 1931), El hombre invisible (James Whale, 1933) y La novia de Frankenstein (James Whale, 1935), entre muchas otras.
En 1936, la réplica de la catedral de Nôtre Dame en la Universal fue reutilizada como iglesia de los Seis Santos en El poder invisible (The Invisible Ray), dirigida por Lambert Hillyer. Dos años más tarde, en 1938, fue demolida, justo cuando la RKO comenzó a construir su propia catedral para la versión de The Hunchback of Notre Dame dirigida por William Dieterle y estrenada en 1939.
No sufras, Quasimodo. Tendrás tu catedral, aunque, en vez de ser de piedra, esté construida con sueños, imágenes y palabras. Las palabras de Victor Hugo:
Hay seguramente en la arquitectura muy pocas páginas tan bellas como las que se describen en esta fachada, en donde al mismo tiempo pueden verse sus tres pórticos ojivales, el friso bordado y calado con los veintiocho nichos reales y el inmenso rosetón central, flanqueado por sus dos ventanales laterales, cual un sacerdote por el diácono y el subdiácono; la grácil y elevada galería de arcos trilobulados sobre la que descansa, apoyada en sus finas columnas, una pesada plataforma de donde surgen las dos torres negras y robustas con sus tejadillos de pizarra. Conjunto maravilloso y armónico formado por cinco plantas gigantescas, que ofrecen para recreo de la vista, sin amontonamiento y con calma, innumerables detalles esculpidos, cincelados y tallados conjuntados fuertemente y armonizados en la grandeza serena del monumento. Es, por así decirlo, una vasta sinfonía de piedra; obra colosal de un hombre y de un pueblo.Ha habido otras versiones posteriores y, sin duda, habrá muchas más. Por el momento, me quedo con estos dos rostros: Quasimodo Y Esmeralda.
Cit.©
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